Días grises

Por lo general, el gris es un color que me gusta. En la ropa, en el calzado, en la pared. Sin embargo, no me gusta que nuestras sonrisas se tiñan de grises, se transformen en tristeza, en pequeñas barcas que transportan angustia.

De unos días a esta parte, mis sonrisas son menos sinceras. Albergan amargura, miedo, angustia. Angustia vital, temor a perder a una de las personas a las que más quiero en este mundo, en esta vida y en la otra, si es que la hay.

Nada es seguro, salvo que caminaremos este sendero con piedras de la mano. No te voy a soltar, no tengas miedo, no te voy a dejar ni un momento. No importa cuántos kilómetros nos separen físicamente, mi mente, mi corazón, mi alma, mi ser, yo, mamá, estoy a tu lado.

Te pienso, te extraño, te quiero y te abrazo.

Allá afuera… siempre estás conmigo. Siempre estoy y estaré contigo. Vamos a echar la vista atrás en unos meses y seguiremos juntas, haremos el Camino juntas, hablaremos de estos momentos de angustia, de miedo, de nubes, como de algo pasado. Vienen momentos duros, difíciles, inciertos, pero por eso vamos a agarrarnos a lo que sabemos con certeza: que nada nos va a separar.

Te quiero, te pienso y te abrazo. Siempre me faltas, echo de menos tu aroma, tu calor, tu voz, tus caricias. Eres en mi alma, lo que el agua en mi cuerpo.

Sonríe, estoy contigo.

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