Me prometo respirar, Clara.
Prometo pasear al menos una vez a la semana, Ana.
Voy a hacer lo posible por no enloquecer, mamá.
Me cuido, Marta.
Vivo, papá.
No voy a hacer balance de todos los meses que llevo sin tener una entrada nueva en mi blog, creo que el silencio habla a veces más alto que las palabras. Volver a escribir significa que he sobrevivido, pero sobre todo que he aprendido que el ritmo frenético está bien, pero pasa factura. Al menos el ritmo frenético de trabajo, si fuera el de viajar, «turistear» y comer, leer, dormir y dedicarse a la vida contemplativa, tal vez no sería tan extrema. O sí, no puedo opinar de ese segundo ritmo de vida. Al menos no de momento.
Antes de nada: gracias por leerme. Y si eres de los amigos que me sigue por esta vía, perdona mi silencio. En serio, me he propuesto no dejar los momentos de teclado, Tes y música apartados durante períodos superiores al mes. Espero no faltar a mi promesa. Escribir entradas no académicas me hace viajar a todos esos lugares que tengo en mi bucket list.
Este pasado curso 2016/17 he aprendido mucho, me he hecho muy del lugar, ya soy paisana tejana y medio mexicana, o eso me dicen mis compadres. Ya he desarrollado ciertos vínculos muy del país que me acoge desde 2015, soy voluntaria en el APD (para descifrar qué es, mira las fotos!), he sido anfitriona de diferentes amigas que han venido a visitarme y ya puedo moverme sin GPS, tengo ya mis rincones en los que me siento de aquí, gracias a gente maravillosa que me ha ido haciendo echar raíces aquí: Brian, Miguel, Natalia, Jody, Alicia, Ignacio, Dani, ahora también Balam, Laura, Diana, Carlos, Nancy, Albert, mis compañeros de la AHCPA y, desde julio, a Ana y siempre a Tes.
Este verano el paréntesis en el viejo continente supo a poco, pero me regaló momentos con gente que siempre me alimenta el alma. También tuve la oportunidad de practicar windsurf, snorkel y de alimentar el estómago, no solo el alma, con cositas ricas.
Aquí mi propósito para este curso: plantar un jardín de entradas en mi blog y
¡muchas fotos!
Ana Gregorio Cano 